Skip to content Skip to footer

Aprender a vivir con lo que ya no está: el duelo como acto de amor.

Perder a alguien a quien amamos nos cambia para siempre. El duelo no es una enfermedad ni una debilidad: es una respuesta natural a la pérdida de un vínculo que era parte esencial de nuestra vida. Cuando alguien muere, no sólo se va una persona; también desaparece una parte de nosotros que existía en relación a esa persona.
La psicoterapeuta puede invitarte a mirar el duelo no como algo que hay que superar, sino como un proceso que transforma nuestra relación con el amor, la memoria y el sentido.
El duelo no es olvidar, es transformar el vínculo.
A menudo se nos dicen que “hay que soltar” o “dejar ir”. Pero hay que recordar que el vínculo con la persona que murió no desaparece: cambia de forma.
De una presencia física pasamos a una presencia interior (interiorizamos ese presencia) hecha de recuerdos, valores, gestos, frases, olores, momentos compartidos.
En vez de cerrar el vínculo, aprendemos a redefinirlo y a integrarlo en nuestra historia personal.
Esa es la verdadera tarea del duelo: reconstruir quiénes somos después de la pérdida, sin renunciar al amor que sigue vivo dentro de nosotros.
Las tareas del duelo: pasos hacia la integración
Payàs habla de “tareas” más que de “etapas”. No son pasos rígidos ni lineales, sino movimientos internos que se entrelazan y se repiten. Cada persona los recorre a su manera y a su ritmo.
1. Aceptar la realidad de la pérdida.
Aceptar no significa estar de acuerdo con lo sucedido, sino reconocer que ha ocurrido. Es poder mirar la ausencia sin negar el dolor que conlleva.
2. Permitirnos sentir el dolor.
El duelo necesita espacio. Llorar, enfadarse, recordar, hablar… son formas sanas de liberar lo que duele. Sentir es el camino que permite soltar y curar.
3. Reajustar nuestra vida sin la persona fallecida.
Poco a poco aprendemos a vivir con la ausencia. No se trata de llenar el vacío, sino de reorganizar el mundo interior y cotidiano para seguir adelante.
4. Reconstruir el vínculo y el sentido.
Con el tiempo, el amor se transforma en gratitud, en presencia simbólica, en inspiración. Es el momento de darle un nuevo lugar a quien ya no está: dentro de nosotros, en nuestra historia, en lo que decidimos seguir construyendo.
El papel del acompañamiento
El duelo puede vivirse en soledad, pero acompañarlo lo transforma. Un terapeuta o un grupo de apoyo no “quita el dolor”, pero ayuda a hacerlo comprensible y humano.
El vínculo entre terapeuta y paciente se convierte en un espacio de seguridad, donde el dolor puede expresarse sin juicio y sin prisa.
El duelo como camino de amor.
El dolor del duelo es la otra cara del amor. Si duele tanto es porque amamos profundamente. Y aunque ese amor cambie de forma, sigue siendo una fuerza que nos habita.
El duelo no se resuelve “cerrando un capítulo”, sino escribiendo uno nuevo en el que la persona fallecida sigue presente de otro modo.
Con el tiempo, el duelo nos enseña a vivir con el amor en ausencia. No se trata de olvidar, sino de recordar con paz. Y en ese recuerdo, volver a encontrarnos con la vida.
Si estás atravesando por un proceso de duelo, recuerda que no tienes que hacerlo en soledad. Acompañarte con respeto y presencia es una forma de cuidar tu amor y tu historia.
Dirección

Henao 13 – 1ºF
48009 Bilbao

 

erick@zelayapsicologo.es

 

944 168 264

Horario

Lunes a jueves: 10:00 AM – 8:00 PM
Viernes: 10:00 AM – 1:00 PM

Centro acreditado por el Gobierno Vasco como centro Sanitario Nº 48/015674
Quienes acrediten ser estudiantes, tanto de la Universidad del País Vasco como de la Universidad de Deusto, abonarán por cada sesión una tarifa reducida de 45€

Erick Zelaya © 2025. Todos los derechos reservados

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies