Sentirse estancado no siempre tiene que ver con falta de motivación o “pereza”. Muchas personas llegan a consulta diciendo que están demasiado cansadas para intentar cualquier cambio, que “se anticipan agotadas” antes incluso de empezar. Viven en una especie de inercia vital, es decir, actuando sin ser conscientes, en un automatismo constante, que les impide avanzar, aunque una parte desee profundamente hacerlo.
Si este es tu caso, quiero que sepas algo importante: no estás roto/a, no estás fallando y no eres el único. Lo que te ocurre tiene sentido y se puede trabajar. En este artículo quiero ofrecerte una mirada compasiva y herramientas para empezar a moverte, aunque sea un milímetro.
¿POR QUÉ NOS QUEDAMOS ATRAPADOS EN LA INERCIA?
Cuando atravesamos momentos de sobrecarga emocional, estrés sostenido o frustración, el cuerpo y la mente entran en modo conservación:
“Mejor no hacer nada, estoy agotado”.
Pero ese “no hacer” suele tener un coste emocional enorme. Al evitar la acción, aparece la culpa; la culpa aumenta el cansancio; el cansancio alimenta la evitación… y así se crea un círculo del que cuesta mucho salir.
Entramos en un bucle, que lejos de ser flojera, es un mecanismo de autoprotección. Tu organismo está intentando evitarte dolor, fracaso o sobreesfuerzo. El problema es que, sin darte cuenta, este mecanismo termina alejándote de lo que te importa.
EL DISCURSO QUE TE PARALIZA.
Una parte importante del estancamiento no es el cansancio real, sino el discurso interno que lo sostiene:
- “¿Para qué intentarlo si no tengo energía?”
- “Voy a fallar otra vez.”
- “No vale la pena, ya estoy cansado.”
- “Empezar me da pereza solo de pensarlo.”
Este discurso aparece como una voz muy convincente, casi lógica. Pero su función principal no es ayudarte a vivir mejor, sino mantenerte protegido mediante la inacción.
En psicoterapia, solemos trabajar identificando esa voz interior, separándola un poco de tu identidad y observando qué intenta evitar o controlar. Esa distancia ya es un primer paso hacia la libertad.
LO QUE REALMENTE CANSA NO ES HACER… ES PELEARTE CONTIGO.
Una idea clave que muchas personas descubren en consulta es esta:
Lo que desgasta no es tanto la acción, sino la batalla interna por no hacerla.
Anticipar el esfuerzo, discutir contigo mismo, sentirte culpable, pensar todo lo que “deberías” estar haciendo… todo eso consume más energía que dar un pequeño paso real.
Como le digo a algunos pacientes:
“Es como intentar arrancar un coche sin gasolina mientras pisas el acelerador a fondo. Lo que agota no es avanzar, es la lucha interna por arrancar sin moverte.”
CÓMO EMPEZAR A MOVERTE CUANDO SIENTES QUE NO PUEDES.
Aquí no hablamos de grandes cambios ni de exigencias. La clave está en micro acciones que rompen la inercia sin abrumarte.
1. Nombra tu voz del cansancio.
Imagina que ese discurso tiene nombre o forma. Observarlo sin fusionarte con él reduce su poder. Y al ponerle nombre también puedes pararlo.
2. Pregúntate: “¿Qué intento proteger al no moverme?”.
A veces evitamos la acción por miedo a fallar, sentir frustración, decepcionar o decepcionarnos.
3. Elige un paso ridículamente pequeño.
Pregúntate:
“¿Qué acción mínima podría acercarme un milímetro a la vida que quiero?”
Ejemplos:
- Evitar despertar y quedarme pensando en la cama.
- Escribir tres palabras sobre lo que deseo en el día.
- Dar un paseo de 2 minutos.
- Poner una alarma para recordarme beber agua.
Mientras más pequeño, más sostenible.
4. Celebra la intención, no el resultado.
El trabajo no es “hacer grandes cosas”, sino entrenar el movimiento.
CUANDO PEDIR AYUDA ES UN ACTO DE MOVIMIENTO.
Si llevas tiempo sintiéndote atrapado, pedir apoyo profesional puede ser el paso más significativo.
La terapia no es para “gente que no puede sola”, sino para quienes desean comprenderse, sanar su cansancio emocional y empezar a moverse de nuevo con sentido.
En consulta trabajamos juntos para:
- Desbloquear la inercia.
- Comprender tus ciclos de evitación.
- Conectar con tus valores y tus deseos.
- Diseñar acciones realistas que vuelvan a activar tu vida.
Si estás en ese punto en el que sabes que quieres cambiar, pero no encuentras la fuerza, estoy aquí para ayudarte.
