Nos podemos sentir tristes al haber discutido con alguien querido, después de una ruptura sentimental, por suspender una materia o tras perder un trabajo.

La tristeza es un sentimiento que nos sirve para retirarnos ante una situación que no controlamos y lo único que hace es quitarnos energía. Esto permite reflexionar y guardar energía, para luego actuar con nuevas estrategias más efectivas.

Cuando la tristeza permanece mucho tiempo o es muy intensa, es probable que se haya convertido en un trastorno depresivo. Pasa de ser un estado de ánimo a algo más duradero y asociado a otros síntomas, como la ira, la frustración o la incapacidad de sentir placer. Te encuentras con cansancio físico y mental durante todo el día, incluso habiendo dormido toda la noche. En los días más duros solo te apetece llorar. Te sientes culpable por lo que te está pasando y sobre todo por no encontrar una solución.

Cambiar de estado de ánimo no siempre es una cuestión de voluntad, ya que una de las consecuencias de la depresión es que anula la voluntad de las personas.

No funciona decir: “¡anímate!” o “ten paciencia que pronto estarás mejor”. Estas frases solo generan más frustración e impotencia. Generan sentimientos de incomprensión y un tipo de soledad emocional que nos desconecta de nuestro entorno cercano.

Por eso, si te sientes así, es importante que recuerdes que existen espacios como la psicoterapia, donde no se te forzará a correr, si no a ir a tu ritmo. Con paciencia y dando pasos poco a poco, podrás salir de ese estado de tristeza profunda.

Me ofrezco a caminar contigo en este proceso e ir dando esos pasos al ritmo que tú necesites, para que te puedas abrir nuevamente a la vida.